sábado, 25 de febrero de 2023


1. Una regresión infinita en las relaciones de dependencia es imposible.

2. La verdad de un enunciado no puede aumentar ni disminuir, es decir, no depende únicamente del devenir, si es que depende de él en absoluto.

3. Todo lo que es verdadero, no dependiendo únicamente del devenir, depende también o únicamente de la verdad, entendida como congruencia o ausencia de contradicción.

4. Todo lo que es verdadero depende en última instancia de una verdad absoluta, que evita una regresión infinita en la dependencia.

5. Todo lo que puede existir es verdadero, a saber, no es autocontradictorio.

6. Todo lo que llega a ser puede existir.

7. Todo lo que llega a ser es verdadero.

8. Todo lo que llega a ser depende de una verdad absoluta.

9. Todo lo que es verdadero, incluidas las verdades contingentes, las cuales también dependen del devenir, depende de una verdad absoluta.

10. Dado que el conjunto de todos los entes que devienen depende de una verdad absoluta, una verdad absoluta no pertenece al conjunto de los entes que devienen.

11. Una verdad absoluta no comienza a existir, pero es condición necesaria para que todo lo demás exista.

12. Una verdad absoluta, en tanto no depende de nada ni está sujeta al devenir, carece de todo límite.

13. Todo ser defectuoso es limitado.

14. Una verdad absoluta no es defectuosa en absoluto, por lo que posee todas las perfecciones.

15. Una verdad absoluta es idéntica a Dios, ya que no comienza a existir, es condición necesaria para que todo lo demás exista y posee todas las perfecciones.

16. Una verdad absoluta es una verdad necesaria, por lo que debe existir necesariamente.

17. Dios, siendo una verdad absoluta, existe necesariamente.




El valor de una proposición a priori o de una verdad necesaria no depende del tiempo. No crece ni decrece, ni aparece o desaparece. Si su existencia estuviera en función de los sujetos pensantes, la verdad de las proposiciones verdaderas a priori tendría grados como los tiene la consciencia, por lo que algo podría ser más verdad o menos verdad según las facultades cognitivas de quien lo pensara. Pero esto es un absurdo mayúsculo. La verdad no admite un más ni un menos (César cruzó el Rubicón o no lo cruzó; si lo cruzó, no hay nada más verdadero que afirmarlo; si no lo cruzó, no hay nada más verdadero que negarlo), y sólo las verdades contingentes pueden ser o no ser según el devenir ("César vive"). Por el contrario, las verdades necesarias son siempre y nunca dejan de ser, ya sea porque su opuesto es imposible ("César no existió antes que sí mismo"), ya porque agotan las posibilidades lógicas ("César existió o no existió").

En consecuencia, las verdades contingentes están sujetas al devenir, no a los seres pensantes, ni siquiera a los entes mensurables ("No existen entes mensurables" será verdadero si no existen). Mientras que las verdades necesarias sólo están sujetas a la verdad, a la que nada sujeta.

Asimismo, si no se niega el axioma según el cual "Todo lo que puede existir es verdadero" y se considera que indudablemente todo lo que deviene puede existir, debe concederse que el devenir mismo, puesto que es verdadero, forma parte de la verdad eterna e inalterable y está sujeto a ella, en oposición diametral a lo promulgado por el materialismo epistemológico.

viernes, 24 de febrero de 2023

 

¿Es "La verdad depende de la adecuación del lenguaje con la realidad" una afirmación verdadera? Si es verdad, ¿depende de su adecuación con la realidad? Y si es verdad pero no depende de su adecuación con la realidad, ¿por qué es verdad?

Si todos los mundos posibles provienen de un mundo necesario y una verdad necesaria es verdad en todos los mundos posibles, cabría plantear si dicha verdad necesaria proviene de un mundo necesario.

Ahora bien, si todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario, debe notarse que "Todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario" no proviene de un mundo necesario, ya que no describe el mundo, sino cierta noción de verdad. De donde se sigue que "Todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario" no es una verdad necesaria. Pero si quisiera afirmarse que "Todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario" no proviene de un mundo necesario pero es a pesar de ello una verdad necesaria, debería concluirse que no todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario, con lo que la proposición se autoinvalidaría. 

Pues bien, si "Todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario" no es una verdad necesaria, entonces no es siempre verdad. Lo que conlleva que "Algunas verdades necesarias no provienen de un mundo necesario" es asimismo verdad.

Si "Todas las verdades necesarias provienen de un mundo necesario" es una verdad contingente y "Algunas verdades necesarias no provienen de un mundo necesario" es asimismo contingentemente verdadera, síguese que es posible que haya verdades necesarias que no dependen de un mundo necesario.

Si es posible que haya verdades necesarias que no dependen de un mundo necesario, entonces es posible que dicho mundo no sea necesario para la existencia de dichas verdades. Por tanto, es falso que "La verdad depende de la adecuación del lenguaje con la realidad" sea siempre una afirmación verdadera.

Si hay verdades necesarias que pueden existir sin el mundo, ello conlleva que es posible que el mundo no exista, lo que da lugar a afirmar que no es un mundo necesario.

Además, si hay verdades necesarias que pueden existir sin ningún mundo, entonces ningún mundo puede ser necesario.

Si ningún mundo es necesario pero, por el principio de razón suficiente, debe darse un ser necesario, entonces el ser necesario no es un mundo.



Si "La verdad depende de la adecuación con la realidad" es verdad siempre, es una verdad necesaria que no depende de la adecuación con la realidad. Si, en cambio, la proposición sólo es verdad cuando alguien la piensa, no es una verdad necesaria ni depende de la adecuación con cualquier realidad, sino principalmente de la adecuación con el pensamiento actual. De modo que si hoy es viernes pero no hay nadie que lo piense, no será verdad que hoy es viernes.

Por otro lado, si "La verdad depende de la adecuación con la realidad" es verdad porque se adecua al pensamiento de quien así piensa, también podrá decirse que la proposición contraria es verdad si es pensada por alguien, ya que no se le podrá exigir más que esta inane concordancia psíquica.

A la vista de estos absurdos manifiestos, es fuerza concluir la falsedad del aserto según el cual la verdad depende de la adecuación con la realidad.


Si "Alguna verdad es necesaria" es una afirmación verdadera y, según se pretende, necesario es aquello que se da en todos los mundos posibles, entonces o bien lo necesario (la verdad) depende de lo posible y contingente (los mundos), lo que es absurdo, o bien es necesario que exista algún mundo. Si es necesario que exista algún mundo, éste es necesariamente nuestro mundo, que existe. Y si nuestro mundo existe necesariamente, entonces es imposible que existan otros mundos en lugar de nuestro mundo, por lo que es falso que lo necesario sea lo que se da en todos los mundos posibles, ya que, existiendo un mundo necesario, no hay otros mundos posibles.

jueves, 23 de febrero de 2023

El Argumento de la Verdad Rebasante

 

"Ninguna verdad es necesaria" no puede ser una verdad necesaria, ya que forma parte del conjunto de las verdades de las que se predica la no necesidad. Tampoco puede ser una verdad contingente, toda vez que ello conllevaría que "Alguna verdad es necesaria" es asimismo una verdad contingente. Sin embargo, si hay verdades necesarias no pueden depender de una verdad contingente. Por tanto, debe concluirse que "Ninguna verdad es necesaria" no es ni una verdad necesaria ni una verdad contingente, sino una falsedad.

Si "Ninguna verdad es necesaria" es una afirmación falsa y consiguientemente "Alguna verdad es necesaria" es una afirmación verdadera, supongamos que "La realidad existe" es una verdad necesaria. En este caso, alguna verdad y la realidad serán necesarias. Lo que dará lugar a que las verdades a las que llamamos necesarias podrán existir por sí mismas sin la realidad y a que, por otro lado, la realidad a la que llamamos necesaria podrá existir por sí misma sin las verdades necesarias. Ahora bien, ambos escenarios son incomposibles y mutuamente excluyentes, pues en el escenario en el que la verdad puede existir sin la realidad asumimos que la realidad puede no existir y es por ello contingente, mientras que en el escenario en el que la realidad puede existir sin la verdad asumimos que la verdad puede no existir y es por ello contingente. Y dado que es imposible que algo sea necesario y contingente, se sigue que la verdad sólo puede ser necesaria si no lo es la realidad, y que la realidad sólo puede ser necesaria si no lo es la verdad. Con todo, hemos concedido que "Alguna verdad es necesaria" es una afirmación verdadera. Por tanto, "La realidad existe" no es una verdad necesaria.


martes, 21 de febrero de 2023

 

Cuando decimos que se da una verdad lógica o matemática, como un teorema o la proposición "el todo es mayor que cualquiera de sus partes", y una verdad fáctica o empírica, como un relato histórico o la proposición "hoy es jueves", ¿qué razón nos mueve a llamar verdad a ambas? Si el adjetivo de una es ser "a priori" y el de otra ser "a posteriori", ¿acaso sabemos qué representa el sustantivo que les es común? 

Esta incógnita no puede ser despejada desde un paradigma empírico, pues ambas verdades no tienen nada que las haga semejantes. Y, dado que el reino de la verdad no es susceptible de ser dividido, ya que ésta nunca es contra sí misma ni extraña a sí misma, es necesario concluir que una de las llamadas verdades no es verdad.

El materialista cree que todo emana de la realidad y es en última instancia reductible a ella. Cualquier verdad abstracta no es más que una destilación de un sustrato fenoménico y, como tal, una fantasía. No hay, entonces, auténticas formas segregadas, ya que la naturaleza es solo una, sin nada por encima o por debajo de su propia noción. 

Quien estima que la verdad es la adecuación del lenguaje a la realidad concibe a una verdad finita como subconjunto de una realidad infinita. La verdad no es para él más que el espacio que trabajosamente ha conquistado la razón humana. Frente a ella, la realidad, anterior a la inteligencia, sume en una penumbra impenetrable todo lo que escapa a nuestra mirada.

Esta formulación de la verdad como excrecencia de lo que acontece encierra la luz expansiva de las ideas eternas en la estrecha provincia de nuestro entendimiento. Si la verdad no es lo más antiguo, tampoco es lo primero. Si no es lo primero, no es lo más fuerte. Si no es lo más fuerte, puede ceder. Y si la verdad cede, la verdad no es ni ha sido nunca nada.

Lo verdadero sólo hará valer su derecho, que es el derecho absoluto de un imperio indestructible, si se define como aquello que puede expresarse sin contradicción. Esto corta el nudo gordiano, habida cuenta que la propiedad de no ser autocontradictorio se predica tanto de las verdades lógicas como de las fácticas.

Todo lo posible es verdad. La realidad no es sino el subconjunto de una verdad infinita, que no hace que lo verdadero sea más verdadero, sino real. Puesto que, si referimos el epíteto a un solo sujeto, o se es verdadero o no se es, pero no se puede ser más verdadero, toda vez que la verdad no está supeditada al devenir ni a los vaivenes del crecimiento y el decrecimiento. 

Realidad y verdad quedan de este modo conciliadas. Lo real es verdadero porque pertenece a la verdad y gracias a ella es sin ser contra sí mismo ni extraño a sí mismo, dada la trabazón inalterable de todas las cosas. Mientras que la verdad es real porque nada hay más real que lo que es siempre.


domingo, 19 de febrero de 2023

 

Si "la verdad es una relación entre una proposición y la realidad" fuera verdad, entonces "la verdad es una relación entre una proposición y la realidad" expresaría una relación entre una proposición y la realidad, lo que es evidentemente falso.

Asimismo, si no existiera la realidad, sería verdad que no existe la realidad. Por lo que no es cierto que la verdad sea una relación entre una proposición y la realidad.

Asimismo, si la necesaria existencia de la realidad no puede ser probada y la verdad depende de la realidad, entonces la necesidad de la verdad no puede ser probada. Por tanto, la verdad es siempre contingente. Lo que es tanto como afirmar que "la verdad es contingente" es una verdad necesaria. Queda, pues, reducido al absurdo. 

Incluso si resultara admisible que la verdad es contingente, ello conllevaría que "la verdad es una relación entre una proposición y la realidad" no sería una verdad necesaria, lo que a su vez implica que su opuesto, "la verdad no es una relación entre una proposición y la realidad", sería posiblemente verdadero. Por consiguiente, no sería siempre falso que la verdad es independiente de la realidad.

Además, si la verdad fuera la relación entre una proposición y la realidad, la verdad no estaría ni en la realidad ni en la proposición. Del mismo modo que, si el matrimonio es la relación entre un hombre y una mujer, el matrimonio no está ni en el concepto de hombre ni en el de mujer. Debería, pues, aclararse si "la verdad es una relación" es un aserto que establece una relación entre el lenguaje y la realidad o entre el lenguaje y el lenguaje mismo. Si establece una relación entre el lenguaje y la realidad, debería haber algo común entre ambos para que la relación fuera válida, esto es, algo distinto de la realidad y el lenguaje que esté presente en ambos. Si, por el contrario, establece una relación entre el lenguaje y el lenguaje mismo, la verdad no es más que una norma gramatical sin valor extrínseco. Luego, si la verdad es la relación entre una proposición y la realidad y tiene un valor extrínseco y no meramente gramatical, debe ser algo distinto de la realidad y del lenguaje que esté presente en ambos. 

Si dos entes son distintos entre sí, o bien uno es anterior al otro o bien ambos existen simultáneamente. Está fuera de duda que la realidad es anterior al lenguaje. Por tanto, si algo es común a la realidad y al lenguaje pero distinto de ambos, deberá ser anterior al lenguaje o posterior a la realidad. Dado que, si es simultáneo a la realidad o anterior a ella, será anterior al lenguaje. Si, en cambio, es posterior a la realidad, la verdad empezará a existir y no será necesaria, por lo que tampoco será una verdad necesaria que la verdad empiece a existir. O lo que es lo mismo: o bien la verdad empezará a existir o bien no empezará a existir y será siempre o no será nunca. Pero esto carece de sentido, ya que, si la verdad es siempre o no es siempre, es posible que sea necesaria, cuando la necesidad excluye la posibilidad; y si la verdad nunca es, entonces nunca es verdad que la verdad nunca es. En consecuencia, la verdad no empieza a existir y no es posterior a la realidad.

Sentado que el lenguaje es posterior a la realidad, si fuera cierto que la verdad es común a la realidad y al lenguaje, resultado de la correspondencia entre ambos, y que, por ello, no hay verdad sin lenguaje, se seguiría que la verdad no podría ser simultánea a la realidad, ya que ésta es anterior al lenguaje. Pero hemos visto que tampoco puede ser posterior a la realidad. Por tanto, es fuerza admitir que la verdad es anterior a la realidad y al lenguaje, y que la verdad no es una relación entre una proposición y la realidad. 


sábado, 18 de febrero de 2023

 

¿Cuál es el valor más alto en la jerarquía moral? Cualquiera que sea el que propongamos podrá ser cuestionado, excepto uno.

1. No es la máxima felicidad del máximo número de personas. 

Si la justicia debe cumplirse, los criminales deben ser castigados. La justicia debe cumplirse. Por tanto, los criminales deben ser castigados. De donde se sigue que es falso que siempre tengamos que procurar la máxima felicidad del máximo número de personas.

2. No es la búsqueda de la virtud por la virtud misma.

Todos deben buscar la felicidad. La virtud sólo hace felices a los virtuosos, mientras que hace a los no virtuosos infelices. Por tanto, no todos deben buscar la virtud por la virtud misma.

3. No es la consideración del hombre como un fin en sí mismo.

Emplear algo como medio para lograr un bien mayor es racional y moralmente correcto. El hombre no es el mayor bien concebible. Por tanto, el hombre puede ser utilizado como medio para conseguir un bien mayor. De lo contrario, todo sacrificio virtuoso sería inmoral.

Sin embargo:

1. La verdad es el mayor bien concebible. Por tanto, la mayor felicidad del máximo número de personas consiste en ser fiel a la verdad y adorarla, en lo que también estriba la mayor bondad.

2. Todos deben buscar la felicidad. La virtud hace felices a los virtuosos y a los no virtuosos infelices, ya que sólo los primeros conocen la razón que los mueve a seguirla. Sin embargo, la verdad hace a todos veraces y, como ya se ha dicho, felices y buenos en grado sumo. Luego todos deben buscar la verdad por sí misma, y la virtud por la verdad.

3. Emplear algo como medio para lograr un bien mayor es racional y moralmente correcto. No hay mayor bien que la verdad. Por tanto, sólo la verdad es un fin en sí misma.

En consecuencia, la verdad es el valor más alto en la jerarquía moral. No es difícil probarlo. Si afirmamos que "X es el valor moral más alto", estamos aseverando que "X es el valor moral más alto" es verdad, lo que conlleva que depende  de la verdad para ser válido. En este sentido, si un valor debe ser validado por otro valor se sigue que no puede ser el valor más alto, esto es, aquel que se valida a sí mismo. Por consiguiente, "X es el valor moral más alto" no puede ser una proposición verdadera a no ser que por X se entienda la verdad.

La verdad sólo depende de sí misma, pues no es el resultado de nada distinto a ella. Por ello, la verdad es eterna e inmutable. Sin embargo, nada en el universo ni el mismo universo es eterno o inmutable. Por tanto, la verdad no es el mismo universo ni nada material contenido en el universo.

Podría argumentarse que la verdad es sólo un nombre que empleamos para referirnos a todo lo que es verdadero. Pero, como ya hemos probado, la verdad debe ser reconocida como el valor más alto para que cualquier otro valor pueda ser valioso. Tal no sería posible si la verdad fuera sólo un nombre o si no existiera por sí misma. En consecuencia, la verdad es real y existe por sí misma.

Así, si la verdad existe por sí misma y no es el universo ni nada material contenido en el universo, debemos decir que  la verdad es o bien Dios o bien nada en absoluto. Habiendo acordado que la verdad es real (ya que de lo contrario nada sería verdad, ni siquiera la afirmación "la verdad no es real"), ha de concederse que la verdad absoluta y autosubsistente es Dios.

Dado que la definición de la verdad y la de Dios son idénticas, es correcto sostener que la verdad es Dios y que Dios es la verdad. Vemos, pues, que la verdad es una realidad autosubsistente e inmaterial que constituye el valor moral más alto en la jerarquía y se valida a sí mismo. Por otro lado, Dios es una realidad autosubsistente e inmaterial que constituye el valor moral más alto en la jerarquía y se valida a sí mismo. No siendo admisible que existan dos valores máximos, resulta evidente que la verdad es Dios y Dios es la verdad.

Todo ser autosubsistente e inmaterial no puede ser limitado por nada, al ser superior a todos los demás seres y no estar constreñido por el espacio o el tiempo. Por el contrario, todo ser defectuoso es limitado de algún modo. Así, todo ser autosubsistente e inmaterial, al no ser defectuoso en modo alguno, es omnisciente, omnipotente y perfectamente bueno, esto es, bueno sin ningún límite o máximamente bueno. Ahora bien, la verdad es una realidad autosubsistente e inmaterial. Por tanto, la verdad es omnisciente, omnipotente y perfectamente buena.

Asimismo, la verdad existe necesariamente. Luego, una vez se ha mostrado que Dios y la verdad son idénticos, síguese que Dios existe necesariamente.

lunes, 13 de febrero de 2023

Todo derecho natural es absoluto


No existe un derecho natural que no sea absoluto. Si se establece que un derecho es natural y, no obstante, limitado por otro derecho, ha de concluirse -en contra de la premisa- que ambos derechos no son naturales, pues al limitarse mutuamente dependen de la autoridad de un tercero, el cual debe reconocerlos no según criterios de verdad sino de mera oportunidad o conveniencia. Así, si la libertad deambulatoria encuentra su límite en el derecho a la propiedad, y el derecho al matrimonio en el derecho a la indemnidad sexual, es evidente que ninguno de los dos derechos tiene fuerza suficiente para subsistir a pesar del otro. Luego, dado que ambos presuponen la existencia de la sociedad, que entraña siempre una pluralidad de intereses en conflicto, ambos se subordinan al Estado, que puede cercenarlos o redefinirlos y, dado el caso, suspenderlos o eliminarlos.

No hay límite en la facultad limitativa del Estado. Éste no puede decidir sobre la verdad, al ser anterior a todo cuerpo social y superior a toda opinión o deseo, pero sí tiene el deber de determinar qué es oportuno o conveniente. De manera que el Estado jamás ostentará el poder de abrogar la verdad, que es el único derecho natural y absoluto, si bien podrá hacer cuanto le plazca con los demás derechos en tanto esté en posesión efectiva de sus facultades. Por lo que es necesario confesar que el único derecho que el Estado no puede otorgarnos es el derecho a errar o a prescindir de la verdad, y que por ello no está en su mano claudicar en el deber absoluto de imponerla.

No existen ni el deber ni el derecho de tolerar el error, ni hay tal cosa como un derecho a errar


El contexto del debate es el siguiente: He preguntado a la IA si era moralmente correcto derogar el derecho a errar en favor del derecho a sostener la verdad, o si por el contrario tal derecho debía mantenerse siempre, a pesar de cualquier argumento racional o acuerdo universal, esto es, a pesar de que se demostrara que tal acción es socialmente eficiente y toda la humanidad la validara. La respuesta ha sido que el derecho a errar es inherente e inalienable y, dado que es intangible y trasciende toda voluntad humana, siempre ha de ser sostenido. A ello he contestado que, si no podemos errar respecto a la intangibilidad del derecho a errar (pues todo "debes" conlleva un "no debes" que afecta a la proposición contraria), se sigue que no es un derecho universal, ya que no aplica en todos los casos. Y si podemos errar, con más razón ha de negarse su naturaleza necesaria, pues el mismo derecho a errar nos permitiría conculcar este derecho de forma legítima. De donde debemos concluir que la premisa de su intangibilidad es falsa, por lo que sí sería moralmente correcto abrogar por mor de la verdad y la virtud el derecho a errar.







La tolerancia como ideología política descansa en un engaño. Pruébase:

Obrar moralmente es mejor que obrar inmoralmente.

Si existiera un derecho a ser peor, tendríamos el derecho a obrar inmoralmente. Lo que es absurdo, ya que el derecho no puede ser el fundamento manifiesto de la inmoralidad.

Por tanto, no existe un derecho a ser peor.

Ahora bien, errar es peor que no errar.
 
En consecuencia, no existe un derecho a errar.

Si no existe un derecho a errar, no existe un deber de tolerar el error.

Ahora bien, no existe un derecho a errar.

Por tanto, no existe un deber de tolerar el error.

El razonamiento que he presentado es concluyente salvo que se nieguen sus premisas, a saber: 1) que obrar moralmente es mejor que obrar inmoralmente; y 2) que errar es peor que no errar. Sentadas las mismas, no hay alternativa: se tiene derecho a errar o no se tiene. Si se tiene, se tiene para todo error, ya que si el derecho a ser peor sólo pudiera hacerse valer en algunos casos no sería universal. Por ejemplo, si tengo derecho a errar y a hacerme peor respecto a lo que establece la religión pero no respecto a lo que prevé el código penal, sólo tengo un derecho a hacerme peor en el ámbito religioso. Semejantemente, si tuviera un derecho a vivir que sólo pudiera hacerse efectivo en determinado territorio, no sería un derecho omnímodo e inalienable. Por tanto, si existe un derecho a errar con limitaciones no puede ser nunca un derecho natural oponible al Estado, sino a lo sumo un derecho que éste concede graciosamente por mera conveniencia social. Y si existe un derecho a errar sin limitaciones, entonces no existe el Estado.

La tolerancia como ideología política por la que se impone a los poderes públicos y a todos los que les están sujetos un deber ineludible de tolerar el error, en lugar de un mero derecho a hacerlo si tal les conviene, sólo puede sustentarse en el escepticismo y el relativismo.

Tampoco es posible, sin embargo, contemplar un hipotético derecho del Estado a tolerar el error, ya que ello supondría admitir que el Estado y no la verdad es el fundamento de la moral. Derecho absoluto es aquel que no puede ser limitado ni condicionado por nada distinto a sí mismo. El Estado no tiene un derecho absoluto sobre la verdad, pues si se aparta de ella deviene tiránico; luego está limitado por ella. El único derecho que no admite excepciones, al estar en la base de todo obrar moral, es el derecho a profesar la verdad, por lo que nunca es legítimo abandonarla y seguir el error. Un derecho de esta índole es intemporal y anterior al Estado. Por consiguiente, el Estado no puede negarlo o limitarlo, sino que ha de garantizar siempre su observancia. Es decir, tiene el deber de imponerlo.