jueves, 29 de diciembre de 2011

Breve-VII


El famoso argumento Kalam:

Premisa mayor: Todo lo que comienza a existir tiene causa, pues es cierto "a priori" que 1) nada puede causarse a sí mismo y 2) nada es causado por nada.

Premisa menor: El universo debe comenzar a existir, puesto que es en el tiempo.

Conclusión: El universo tiene causa.

Corolario: Para evitar el regreso al infinito, la causa del universo no es otro universo, que también deberá comenzar a existir. Ergo, es Dios, el cual existe eternamente.

* * *

Prosilogismo para la premisa menor:

Todo lo que es en el tiempo debe comenzar a existir.

El universo es en el tiempo.

El universo debe comenzar a existir.

* * *

Pro-Prosilogismo para la premisa mayor:

Todo lo que está sujeto al tiempo está sujeto a cambio.

Todo lo que está sujeto a cambio tiene causa.

Por tanto, todo lo que está sujeto al tiempo tiene causa.

Todo lo que tiene causa debe comenzar a existir.

Por tanto, todo lo que es en el tiempo debe comenzar a existir.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Religio porcorum




El ateísmo también tiene sus recompensas, y son recompensas terrenas revestidas de espiritualidad, lo que les da un atractivo a la vez realista y místico. Para empezar, atribuye a su seguidores los laureles de la sabiduría mundana. Ser ateo implica haber accedido a un conocimiento superior de la naturaleza, que se presenta desnuda ante nosotros, sin el velo de la ignorancia. Al menos desde la autopercepción del ateo, serlo equivale a ser intelectual y moralmente óptimo, consideradas todas las alternativas posibles.

Pero hay premios más groseros. Los musulmanes prometen a sus fieles setenta vírgenes en el paraíso, mientras que los ateos ofrecen en la tierra no setenta, sino setenta mil, esto es, tantas como nuestra pasión pueda desear. No es una promesa explícita, si bien va implícita en la supresión de las ideas de deber objetivo, sacrificio o pecado. Así, si la naturaleza y el instinto deben regir nuestra conducta, el placer es el único fin que merece ser considerado bueno.

Por último, el ateo tiene un infierno, que sitúa exactamente en el cielo. En él radican todos los males, viene a decirnos, y todos los cantos de sirena que conducen a la perdición del hombre.

He aquí, pues, que el ateísmo no está exento de fatuas fascinaciones ni de miedos irracionales en la competición interreligiosa.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Confitebor






Confitebor tibi Domine,
In toto corde meo;
In consilio justorum,
Et congregatione.
Magna opera Domini,
Exquisita in omnes voluntates ejus.
Confessio et magnificentia opus ejus;
Et justitia ejus manet
In saeculum saeculi.
Memoriam fecit mirabilium suorum,
Misericors et miserator Dominus.
Escam dedit timentibus se.
Memor erit in saeculum
Testamenti sui.
Virtutem operum suorum
Annuntiabit populo suo.
Ut det illis
Hereditatem gentium;
Opera manuum ejus
Veritas et judicium.
Fidelia omnia mandata ejus,
Confirmata in saeculum saeculi,
Facta in veritate et aequitate.
Redemptionem misit Dominus
Populo suo;
Mandavit in aeternum testamentum suum.
Sanctum et terribile nomen ejus:
Initium sapientiae timor Domini;
Intellectus bonus omnibus
Facientibus eum.
Laudatio ejus manet
In saeculum saeculi.
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc, et semper.
Et in saecula saeculorum. Amen.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Que nada es incausado


Todo elemento incausado debe generar, durante cierto intervalo, vacío a su alrededor. De no ser así, estaría en contacto con otros elementos y, por consiguiente, no sería incausado.

Sin embargo, generar vacío es causar vacío, y causar conlleva experimentar un cambio por razón de lo causado. Esto supone una contradicción con el aserto anterior, a saber, que un elemento sea a la vez incausado y causado.

Por tanto, no existen por vía natural elementos incausados.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La hipótesis panteísta




Un ser tangible que no pudiera ser tocado por nada conllevaría una contradicción consigo mismo. Otro tanto cabría decir de un ser visible que jamás pudiera ser visto, o de un ser móvil situado en un ámbito inespacial. Al quedar en la mera potencia irrealizable no podría predicarse de ellos la cualidad que nominalmente se les atribuía.

Ahora bien, el universo sigue leyes o no las sigue. Si no las sigue, no es un universo, sino una amalgama. Si las sigue, es inteligible, pues está en la esencia de una ley racional el serlo y el hacer que lo sea aquello que por ella se explica. Por tanto, si el universo tiene leyes y puede pensarse, éstas deben ser pensadas mientras son, es decir, deben permanecer en acto.

La diferencia entre una ley y una orden es que, mientras que ésta sólo debe ser obedecida, aquélla tiene que ser también inteligida.

Así pues, las leyes del universo, puesto que son, son pensadas o por el propio universo o por otra cosa. Si por el propio universo, éste tiene alma. Si por otra cosa, ésta es Dios.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Deducción de los atributos




Llamamos "Dios" a la causa primera e incausada de todo cuanto existe, "sabiduría" a la intelección pura del bien, y "bien" al ser absoluto sin privaciones.

Tenemos, además, por axiomáticas las siguientes verdades, siendo la segunda reducible a la primera:

1) Nada sucede sin razón.

2) Todo lo que está en el efecto pleno está en la causa plena.

De lo anterior se demuestra la proposición "Dios es perfectamente sabio":

Una causa incausada carece de pasiones y es inmutable, ya que si las experimentase éstas serían sin razón, lo que es imposible (por el primer axioma).

Siendo a su vez causa primera de todo cuanto existe, posee todas las perfecciones o atributos positivos de cuanto existe (por el segundo axioma).

Ahora bien, la inteligencia es una perfección y existen los seres inteligentes; luego, Dios posee la inteligencia.

Por tanto, Dios posee la inteligencia en germen o la posee en acto.

Sin embargo, todo lo que está en germen queda sujeto a un desarrollo, lo que conlleva cierto grado de pasión y de cambio. Esto se opone a la definición de Dios, de la que hemos derivado su inmutabilidad.

Se concluye que Dios posee una inteligencia perfecta y en acto; y, por idéntico razonamiento, un poder perfecto y en acto y una bondad perfecta y en acto.

Por consiguiente, Dios es el ser absoluto y sin privaciones, esto es, el bien.

Si es Dios una inteligencia tal, debe conocerse a sí mismo con la máxima claridad. Conociéndose a sí mismo, conoce el bien.

Ergo, Dios es perfectamente sabio.