domingo, 1 de julio de 2007

El cuerpo de las mujeres


He pensado en la distinta consideración que tiene el propio cuerpo para el hombre y para la mujer. El cuerpo de un hombre es un fin para el hombre, por lo que busca conservarlo. En cambio, el cuerpo de una mujer es un medio para la mujer: busca transformarlo para lograr algún propósito, normalmente sexual.

Las clínicas de cirugía estética hacen su agosto con las mujeres, no con los hombres. El mercado de los cosméticos se hundiría sin ellas. Y, salvo para quien guste reducirlo todo al contexto cultural o socioeconómico, está claro que históricamente las féminas se han acicalado muchísimo más que los varones. Un hombre a lo sumo quiere mantenerse, reconocerse como antaño en su apariencia. Digo "a lo sumo" porque tampoco es habitual en él una excesiva preocupación por estos temas, siempre que su salud no se vea gravemente afectada. Pero la mujer pretende remodelarse, construirse de fuera hacia afuera. Su autoimagen no es otra que la imagen que los demás tengan de ella.

Ahora bien, si el cuerpo de la mujer es un medio para la propia mujer, entonces no ostenta su propiedad moral, pues somos propietarios de aquello a lo que no hemos renunciado en favor de otra cosa. El ciudadano renuncia a su autotutela para obtener derechos; el obrero a su fuerza de trabajo para hacerse con el salario; la mujer a su cuerpo para ser admirada y poseída.

Un cuerpo sin propietario es un cuerpo sin alma. ¿Significa eso que tal condición es definitiva? No: el ciudadano puede rebelarse o exiliarse; el obrero puede despedirse; está en manos de la mujer casarse.

He aquí la tesis de la inconsistencia psicológica femenina. Es un lugar común que las mujeres se arreglan más que los hombres y, si pueden, se transforman de arriba abajo. Una mujer, incluso sintiéndose deseada, necesita renovar su atractivo para multiplicar su abanico de amantes potenciales. De ahí su esmero en cambiar de vestuario, de complementos, de maquillaje, de peinado, de color de pelo, de piel y de uñas, de peso, de forma y de olor. La identidad, que en los hombres se sustenta en el principio de realidad, nace en ellas subordinada al principio del placer. El placer de una mujer consiste en ser sometida.

6 comentarios:

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Siempre digo que para que una mujer se enamore de ti y sienta la necesidad de seguirte debe olvidarse de tu cara, incluso si eres guapo. Hasta que no vea en tu rostro al HOMBRE no serás más que un monigote para ella. Una mujer se enamora admirativamente, y se admira por abstracción al paradigma. Pone entre paréntesis todas las cualidades concretas del ser amado para retener sólo aquellas -reales o ficticias- orientadas a dejarla en inferioridad de condiciones. Exactamente al revés que el hombre, que exalta en su objeto de deseo toda cualidad particular -sea ésta la belleza, la humildad o la inocencia- que no eclipse a las suyas (y de ahí el rechazo que nos provocan las mujeres demasiado sagaces o poderosas).

MonjaGuerrillera dijo...

Vaya que te ha ido mal con las mujeres... Jajaja. Mira, creo que no estás del todo acertado. Yo tambien quería -y creo que se ha podido concretar- que en mi vean la MUJER, y se olviden del rostro. En mic aso particular, sólo lo he consigo una vez, gracias a Dios. El resto de las veces me ha ido muy mal.

De todos modos, el placer por el sometimiento es un tema mucho más extenso y hay que hilar fino con eso. Y hay que asociarlo con el placer de someter.

No estamos solos, mujeres por aquí y hombres por allá.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

En este tema, como en otros, he sido afortunado, pero tuve algún desengaño puntual muy desmoralizador.

Si tu foto es la que muestras, me parece normal que los hombres tengan dificultades para obviar tu rostro.

MonjaGuerrillera dijo...

Cierto que tenemos experiencias desmoralizantes, la mayoria de las veces.

Mi foto es la que muestro, pero en persona me muestro mejor que una foto, y hay quien ha sabido verlo.

Decía un profesor que tuve: no se crea bendecida por el rostro ni por las notas de los examenes, porque tambien en los casos desfavorables se trata de un mero accidente.

Un abrazo

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Otro abrazo, y continuamos leyéndonos.

belijerez dijo...

Hay gente pa to por mi pare de mi arma....vaya tela.
Yo vivo con quien he podido encontrar como mantenerme en esta vida difícil, ojalá encontrara a un tipo capaz de decirme al oido lo que puedo entender en este blog. Que no es poco, por cierto.

Gracias por compartir.