miércoles, 16 de julio de 2008

Juicio a Dios


Por ultimo (1), parece ser que eres teista, una pregunta que me viene siempre a la cabeza ante la version teista de los creyentes, es, por que Dios ha permitido el tsunami del oceano indico en 2004, el huracan Katrina o los terremotos recientes de China con miles de muertos.

Es una pregunta capciosa, porque insinúa que Dios podría haber hecho mejor este universo, y ni se dice qué se entiende por mejor ni se explica cómo podría haberlo hecho sin alterar sus leyes primordiales, o cuáles las sustituirían en caso de que dicha alteración fuese necesaria.

Yo tengo otra duda más modesta, semejante a la tuya: ¿Por qué Dios permite que nos salgan granos en la cara de vez en cuando? No pretendo resultar frívolo, pues hay quien se acompleja mucho por este tema y lo considera un gran mal con el que cargar. Mi pregunta, sin embargo, se antoja mucho menos sólida que la anterior, aunque la objeción recogida en ella sea idéntica, variando sólo el grado del mal o, si se prefiere, su valoración psicológica (no hay "males en sí").

¿No será, pues, que el tener cuerpo nos fuerza a ser vulnerables en un sentido u otro? En apoyo de esto se aduce lo siguiente: a) Dios no podía crear espíritus separados sin dotarlos de cuerpo (ya que crear implica crear el tiempo y, con él, el espacio, por la propia definición de tiempo como sucesión de momentos), y b) está en la naturaleza de lo corporal el llenarlo todo con entidades extensas distintas, susceptibles de causarse mutuo menoscabo. La propia finitud del cuerpo lo condena a una disolución relativa. Ahora bien, el teísmo compensa este destino con la vida de ultratumba y la justicia más allá de la muerte.

Si se responde que Dios podía obrar milagros de índole salvadora, replico:

1) Demostraría con ello haber creado mal el mundo, reparándolo chapuceramente con posterioridad.

2) Iba a necesitar un milagro sin fin para evitar todo mal, lo cual dejaría a la creación sin efectos.

Si se vuelve a contestar alegando que Dios, al menos, puede evitarnos los llamados de ordinario males mayores, como guerras y desastres naturales, replico que el mal mayor es la muerte (que, aunque se esquive, siempre sobreviene a la postre), y que su causa no es, según la Biblia, la voluntad de Dios de hacernos mortales, sino la nuestra de desobedecerlo. Esto abre cuestiones más enjundiosas que, por alejarse del tema y tratarse ya en otros apartados del blog, no desarrollaré aquí.

(1) Al hilo del debate iniciado en el post anterior y que se está llevando a cabo en la bitácora de Aníbal.

2 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Hola,

Lo más destacable de tu texto es que, tal y como te planteas a Dios, pienso que o bien no eres teísta sino deísta, o bien no te he entendido.
Me explico: El teísta es el que cree que Dios sí incide en el mundo con actos sobrenaturales.
Un pregunta reveladora: ¿Dios atiende tus ruegos y deseos personales siquiera alguna vez?
Si respondes que no, entonces no eres teísta, tal y como afirmas en blog de Anibal, sino en todo caso deísta.

Creo que se podría dar un enfoque teísta a los grandes males de la humanidad diferente al tuyo. La idea, aunque parezca paradójica y hasta repugnante, es que sólo así, con un funcionamiento regular, natural y predecible del universo, es decir, sin actos sobrenaturales correctores, puede la humanidad encontrar modos de avanzar en su conquista de la libertad (en el sentido metafísico de ampliar las posibilidades de elección) y en su conquista de la civilización; pues el universo al hacérsenos predecible, cognoscible se vuelve domable. ¿Acaso la ciencia, y su hija la tecnología, que son uno de los pilares de la civilización, hubieran existido en una realidad de comportamiento incierto e inconmesurable?
Este hecho no tendría por qué excluir milagros a pequeña escala que fueran irrelevantes para el funcionamiento macroscópico del mundo pero no para nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, para mi son ideas altamente especulativas. Admito no tener sólidos principios racionalizados respecto a la religiosidad, ni tener claro cuál es el enfoque verdadero. Es evidente que en un principio es más fácil defender un deísmo spinoziano donde el destino personal de un individuo no sea relevante a los ojos de Dios o incluso un ateísmo (¿para qué especular sobre mentes protohumanas?) que tratar de entender un dios y un universo teísta.

P.D: ¿Qué te pareció el texto de Eco? ¿Y mi post sobre DI?

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Lo más destacable de tu texto es que, tal y como te planteas a Dios, pienso que o bien no eres teísta sino deísta, o bien no te he entendido.
Me explico: El teísta es el que cree que Dios sí incide en el mundo con actos sobrenaturales.


Considero que Dios puede emplear los prodigios para mostrar su grandeza y adoctrinarnos, pero no para mejorar el mundo que Él ha creado. Para tu información, hay dos grandes milagros perpetuos en los que creo: el pecado original y la armonía preestablecida, a los que este espacio está dedicado. Si bien su carácter regular impide que hablemos de milagros en el sentido que se le suele dar al vocablo.


Una pregunta reveladora: ¿Dios atiende tus ruegos y deseos personales siquiera alguna vez?

Sí, aunque no siempre (por suerte). No es que mis ruegos cambien su plan, sino que éste cuenta con ellos, si son sinceros, para adoptar un determinado curso cuando cuadran a su Providencia. Pedir a Dios puede ser condición necesaria, aunque no suficiente, para que algo suceda.

Dios tiene, además, cierto poder activo sobre nuestro espíritu que se reserva mediante la gracia, que por definición es milagrosa. Creo en la inspiración divina (iluminación) como un don inexplicable para la psicología.

De todos modos hay que ir más lejos que los estoicos y afirmar, en base al principio de razón suficiente, que lo que nos ocurre es siempre lo mejor, esto es, que no hay cadena causal alternativa que pueda conducirnos a un presente más elegante y fecundo que el actual en cada caso.


Creo que se podría dar un enfoque teísta a los grandes males de la humanidad diferente al tuyo. La idea, aunque parezca paradójica y hasta repugnante, es que sólo así, con un funcionamiento regular, natural y predecible del universo, es decir, sin actos sobrenaturales correctores, puede la humanidad encontrar modos de avanzar en su conquista de la libertad (en el sentido metafísico de ampliar las posibilidades de elección) y en su conquista de la civilización; pues el universo al hacérsenos predecible, cognoscible se vuelve domable.

Es un buen argumento que comparto y recuerdo haber sostenido tiempo ha.


¿Qué te pareció el texto de Eco? ¿Y mi post sobre DI?

No los he leído, veremos esta noche.