sábado, 31 de enero de 2009

Admonición a un homicida




El relativismo comete al menos tres equivocaciones, que dan para otras tantas falacias concatenadas en cada razonamiento que parta de dichas premisas.

El primer error es considerar que una proposición moral debe ser verdadera siempre y en toda circunstancia. De ser así, vano habría sido el minucioso trabajo de clasificación y distinción conceptual de los jurisconsultos romanos, lo más aproximado que ha tenido nuestra cultura al derecho natural. Caiga o no la moral del cielo, son los mortales quienes deben aplicarla.

El segundo error es creer que renunciando a la objetividad de los hechos morales éstos siguen siendo efectivos por lo que tienen de innatos. Yo digo que el mal y las pulsiones sádicas no son menos innatos que el sentido de justicia o el respeto a la autoridad. Ahora bien, mientras que los primeros son irracionales, los segundos dependen de juicios (no de emociones), de modo que negarles la objetividad es tanto como refutarlos. Nietzsche habló mucho de ello a propósito de la "muerte de Dios".

El tercer error es tomar por fruto del capricho personal o del azar evolutivo hechos de los que depende no la supervivencia, pero sí la prosperidad de la especie. Al asesino in nuce hay que argumentarle del siguiente modo: "Como la moneda, que nada vale sin quien la respalde, ninguna vida tiene valor por sí misma, sino según aquello a lo que sirve. Nada es más útil a la sociedad de los hombres que mantener este sistema de valores. Ahora bien, tu vida no es más valiosa que aquella que te dispones a sacrificar. Si lo haces, dejarás de ser un súbdito leal y te mataremos. Pero tú no quieres morir. Por tanto, no lo hagas".

3 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

¿Se podría añadir un cuarto error? AUnque quizá es una variante del tercero: creer que las acciones humanas no son buenas o malas, sino que la etiqueta de buenas o malas las colocan los hombres según culturas y épocas. Si eso es así, habría que preguntar a los relativistas por qué los hombres, cuando se ven libres de la ignorancia, la tiranía, el hambre, siempre califican como malos los mismos actos (mutilar, torturar, impedir la formación y la información y la libertad) y como buenos los mismos actos. ¿No habíamos quedado en que los actos no son buenos ni malos? Un abrazo

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Claro que caben añadidos. Pese a haber hablado genéricamente del relativismo, la respuesta original se dirigía al texto que enlazo. Allí puede leerse la continuación del debate.

Estoy de acuerdo con lo que escribes. Lo que he querido mostrar en el tercer punto es que la moral no se genera sólo en función de las directrices que conducen a la supervivencia de la especie, y que sus miembros memorizarían hasta integrarlas en la costumbre. Es posible sobrevivir sin justicia, pero difícilmente se abandonará la barbarie en ese estado.

Tu vida y la mía no valen nada fuera de una sociedad que las ampare. Esto es, están sujetas al mismo estado de naturaleza que las de cualquier animal. Instaurar un sistema de valores es someterse a un poder que da o reconoce el valor. Si lo hace arbitrariamente, pronto perderá su autoridad, como la perdería el Estado que acuñase una moneda distinta cada trimestre. Mientras que si los basa en la razón (el patrón oro de todas las legislaciones), podrá dirigirse en términos racionales hasta al más irracional de sus súbditos, recurriendo a la fuerza sólo cuando ello sea imprescindible para restaurar el equilibrio.

Un abrazo.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Voy a reciclar esta respuesta para el debate y para el blog.