lunes, 26 de enero de 2009

Mal presagio




Cada uno toma de EEUU lo que le interesa: la religiosidad omnipresente o el republicanismo espontáneo; el melting pot multicultural o la sociedad de consumo. Visto lo cual, ser "proamericano" o "antiamericano" es una tontería esteticista. A efectos prácticos, basta con saber dónde está el imperio y dónde los bárbaros dentro y fuera de las fronteras.

Obama puede ser el hombre que haga bueno a Bush. El anterior presidente hablaba con Dios; éste es ya la Segunda Persona. Si de veras se cree un nuevo Redentor, Obama es un loco peligroso que acumula un gran poder en una coyuntura en extremo delicada. Pero si sólo explota esta fe para atraerse la benevolencia de las masas, entonces es un malvado del que cabe esperar cualquier traición.

Decepcionará a la izquierda europea y a la llamada antiimperialista, no me cabe duda. Ojalá las decepcione, por nuestro bien. A la izquierda americana le insuflará poesía, consciente de que la lírica crea división social. No creo en consecuencia que éste vaya a ser el mandato de la concordia y de la transversalidad, como parecen presagiar las buenas palabras y las amplias sonrisas. Veremos, sin embargo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Apostaría a que no te equivocas. Interesante post. Un saludo,

Evocid dijo...

El mito del heroe se encarna una vez más, ésta en la persona de un negro descendiente de esclavos. Como siempre, el mito cumplirá su función: dará esperanza a quienes no la tienen y les distraerá de encarar al mal que les acosa, ya tienen quien lo hará por ellos.

Este mito lo prefiero en sus versiones desencarnadas, al menos éstas no siempre decepcionan y a veces hasta entretienen.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Para ser un mito desencarnado, parece que Cristo dio un cambio de rumbo considerable a la historia. Ansioso estoy por ver lo que dan de sí las carnes mulatas de Obama.

Evocid dijo...

irichc, con "versiones desencarnadas del mito" me estaba refiriendo a personajes ficticios tipo el zorro, superman,... la verdad es que ni se me pasó por la cabeza pensar en Jesus, el cual en cualquier caso formaría parte de las versiones encarnadas del mito.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Yo siempre a la que salta.

Anibal Monasterio Astobiza dijo...

irich, aunque peor que Bush no lo hara sin duda, y ademas confio y tengo esperanza en el cambio, tu post es muy interesante porque nos pone los pies en la tierra.
Una buena reflexion.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Gracias, Aníbal. Y Cabalgandoaltigre, que olvidé mencionarte.

Saludos.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Estimado Daniel, puede que tus pronósticos no sean errados.
Lo errado es el origen donde presumes el origen de éstos.

En definitiva caes en el mismo error de los que esperan demasiado. Todo lo centran en Obama.

Olvidan los contextos y a los otros.

Así, es probable que los sectores racistas, los sectores fundamentalistas (conservadores en occidente) sean factores importantes, en caso de cumplirse tu "mal presagio".

Por otro lado, el malvado que explota esta fe para atraerse la benevolencia de las masas recien se fue. Claro que la fe la convirtió en miedo a un mal intangible.

No entiendo por qué esperas que la decepcione por nuestro bien. ¿Cuál bien? ¿Cuál nosotros?

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Estimado Jorge, el contexto no lo explica todo. Por el contexto sabemos qué pueden hacer los agentes y cuáles son sus incentivos, pero nada nos dice respecto a sus inclinaciones, salvo que incurramos en una suerte de determinismo que no comparto.

Si la democracia tiene todavía algún sentido para muchos, es por la posibilidad de la alternancia ideológica. No se vota sólo ni especialmente a los tecnócratas, y por supuesto nadie salvo los gobernantes decide sobre las coyunturas, que vienen dadas. Lo que votamos es, en esencia, una visión sobre el hombre y la sociedad. Dicha visión reclama la articulación de un discurso y la coherencia del individuo que lo sostiene. Puede que no sea necesario para la política en un sentido pragmático, pero es lo que la legitima en una democracia liberal, en la que ningún orden moral previo está presupuesto más allá de la garantía genérica de preservar la vida y la propiedad.

Lo que crea Obama, pues, es muy importante. Lo hemos visto en la cuestión del aborto, donde sus posturas antinatalistas van a traducirse en leyes y en medidas presupuestarias. Otro tanto sucederá con todo lo demás siempre que no refiera a intereses económicos o geoestratégicos vitales.

Cuando hablo de "nuestro bien" aludo precisamente al trasfondo de civilización que permite las discrepancias ideológicas comentadas, pero que no es en sí mismo controvertible. Hay, no obstante, una voluntad de socavarlo, porque ha llegado a ser manifiesto que carece de fundamento substancial y que, como pensaba Trasímaco, todo poder lo es sólo de facto. El humanismo relativista hoy es poco más que una apología de la barbarie y una exención permanente de la responsabilidad individual, so capa de combatir a un egoísmo ciego que no le va a la zaga en improvisación e inconsistencia. Cada palmo de terreno que se le hurta a la justicia es campo ganado para la anarquía.

De ahí la importancia de preservar los Estados, los "monstruos fríos" capaces de imponer la razón allí donde la libertad está corrompida por el fanatismo o el derrotismo moral. Desde esta perspectiva ha de interpretarse mi desconfianza por las palabras sofocantes de los líderes carismáticos, apartadas de la objetividad, holistas, visionarias, prerracionales, inaccesibles a la crítica. Pero, ante todo, falsas. En Obama -amalgama de decadencia e indeterminación intelectual- observo lo que Nietzsche llamaba el cansancio de la Humanidad en su grado más absoluto y degenerado.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Estimado Daniel, claro que el contexto no lo explica todo, pero es un elemento importante en cuanto a cómo actúan -o podrían actuar- los sujetos. Parte del contexto son los sistemas de creencia, por ejemplo.

Por lo mismo, no creo que lo que votamos es, en esencia, una visión sobre el hombre y la sociedad.

La volatilidad del votante medio lo demuestra. De lo contrario, las concepciones acerca del ser humano y la sociedad cambiarían cada cuatro o seis años. Los sistemas de creencias son permeables en ese sentido, no son totalmente cerrados.

Un detalle: Obama no pretende desarmar el Estado.

Por otro lado, creo que Obama, simboliza el agotamiento de la Humanidad, no en cuanto tal, sino como la necesidad de una sociedad que ha perdido el rumbo a causa de palabras "sofocantes, apartadas de la objetividad, holistas, visionarias, prerracionales, inaccesibles a la crítica" y falsas, provenientes de un líder conservador.

En ese sentido, mi desconfianza es mayor con respecto a quienes acusan al resto de debilidad moral, de decadencia, pues traen consigo la posibilidad de esconder en ello sus intenciones más bajas y viles.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Amigo Jorge, creo que si el votante medio es volátil ello se debe más a la indistinción práctica entre la oferta política mayoritaria que al hecho de que aquél haga depender su refrendo de programas cambiantes. Además está el desgaste de los partidos o la competencia de sus miembros, para cuya valoración incide muchísimo la concordancia ideológica que éstos muestren con el evaluador. No votamos hechos principalmente; votamos ideas, a menudo poco claras y mal fundamentadas. De no ser así los demagogos no tendrían ningún poder.

Añadir al margen de todo esto que, sin odiarlo, nunca he sido partidario de Bush. De hecho dije que Obama puede hacerlo bueno, lo que significa que su bondad es sólo relativa a un mal mayor como el que temo causarán Obama, su partido y sus seguidores. Ahora bien, puesto que entramos en el capítulo de la especulación futurista, lo apunto sólo como idea.

Tampoco he acusado al nuevo presidente de debilidad, sino de maquiavelismo en el mejor de los casos y de mesianismo en el peor. Estoy convencido de que no se desprenderá de su aura mística tras haber ganado las elecciones, y de que la usará en su favor en momentos clave. En la Antigua Grecia un personaje así habría sido condenado al ostracismo.

En fin, la moral de Obama, icono pop, me parece demasiado laxa para poder esperar de él que administre esta ventaja con honestidad. Es por este motivo que considero su habilidad retórica y el modo melifluo en que la emplea como un presagio funesto. Quien no se enfrenta al mal, lo encubre (Mt. 12:30), y éste es el hado de todo sofista.