miércoles, 17 de agosto de 2022


Decir "Es imposible que lo imposible sea" entraña una contradicción, ya que si nada es imposible, entonces es posible que lo imposible sea. Y si algo es imposible, entonces es posible que lo imposible sea. Por tanto, es posible que lo imposible sea.

El ser de lo imposible consiste en no existir.
 
La nada es imposible, esto es, nunca alcanza el ser.
 
Por tanto, es posible que la nada sea y que su ser consista en no existir.

Luego la nada no es el no-ser de Parménides, que no puede ser pensado ni pronunciado.

La proposición "Es imposible que lo imposible sea pensable" entraña un absurdo, ya que o es ininteligible o es falsa.

Lo imposible no puede existir; lo impensable no puede ser. Si lo imposible es impensable, lo posible es impensable, ya que ningún término lógico puede concebirse sin su opuesto. De ahí que deba concluirse que lo imposible es pensable.

Éste es un argumento auxiliar contra quienes opinan que la nada no es nada. Suelen coincidir con quienes creen que no hay privación en el ser, esto es, que todo cuanto puede existir existe y es todo el ser, y que lo que no existe es imposible.

La substancia de Spinoza, siendo infinita, no puede privarse de nada. Pero si el mundo es finito, hay privación. La privación en el ente total es un hecho bruto para el naturalismo (el que el universo tenga tal cantidad de extensión y energía y no más o infinita). El teísmo la explica como emanación del ser contingente por el ser necesario. Esta emanación exige que la nada sea un concepto legítimo, ya que sin ella Dios sólo podría crearse a sí mismo.

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