sábado, 30 de marzo de 2024


Por Dios, que el sol nunca se alza ni desciende

Sin que respire en Tu amor;

Y nunca me siento a hablar con nadie

Sin que seas Tú mi conversación.

Y nunca Te mento, ni triste ni alegre,

Sin que estés en mi corazón con cada murmullo.

Y nunca, sediento, he anhelado un sorbo de agua

Sin ver en mi copa una aparición Tuya.

Si pudiera llegar hasta Ti, acudiría

Arrastrándome sobre mi cara o caminando con mi cabeza.

Oh, joven, que me cantas con deleite,

Canta también mis penas con duro corazón.

¿Qué hay entre mí y la gente, que con su necedad me molesta?

Yo tengo mi religión y ellos la suya.


Al-Hallaj

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