En Oriente el sabio es quien no hace más de lo que conviene, el que es capaz de abstenerse de lo innecesario y de contemplar su propio vacío. En Occidente ser sabio se relaciona con la unión de conocimientos antitéticos, con atravesar el mundo de una mirada mediante la armonía de lo inteligible.
Dos teologías, pagana y judeo-platónica, prestan sus gérmenes en el origen de ambos modelos de excelencia. No se creería en el valor de la renuncia sin el ideal del Supremo Abandono. No se aspiraría a una ciencia infinita sin la noción del Ser Omnisciente.
Así, hasta que el hombre supo despreciarse y recelar de sus pasiones fue el más perverso de los animales, la más inservible de las bestias. "Conócete a ti mismo" significa: conoce tu debilidad; conoce que no te conoces, y que un dios posee tu destino, pues todavía estás vivo.
Por otro lado, los presocráticos fueron especialistas de sus disciplinas, hombres de talento eventualmente entregados a especulaciones curiosas. No hay, sin embargo, una ciencia presocrática, y cada pensador es un nuevo comienzo. Platón es el auténtico inicio de la Ilustración europea en la comprensión del universo como un todo.
Tales son los antecedentes de las civilizaciones y de su esplendor, que no es casual ni forzoso, como postula la insensata fe en el progreso. Al reducir la teología a ficción y la moral al consenso, el ateo edifica en el erial de la torpeza y la melancolía.
viernes, 28 de agosto de 2009
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