domingo, 25 de septiembre de 2022


La sustancia aristotélica es aquello que no se predica de ningún otro sujeto, mientras que todo lo demás se predica de la sustancia. Es decir, la sustancia posee las cualidades que le son propias sin ser ella misma cualidad de otra sustancia, al tiempo que las cualidades pertenecen a cada sustancia sin ser ellas mismas sustancias. Así, una sustancia puede albergar contrarios sin ser destruida, pasando de no ser de cierto modo a ser de cierto modo, como sucedería si dejara de ser blanca para ser negra. Sin embargo, si una cualidad deja de ser del modo en que es, perece por completo, como la blancura en lo que es negro.

En términos platónicos, podría decirse que la sustancia es aquello que participa y no es participado; y lo no sustancial aquello que es participado y no participa. Por ello, lo que llega a ser es siempre compuesto, ya que o bien participa de dos contrarios, o bien es en mayor o menor grado, y en todo cambio hay multiplicidad.

La explicación del devenir presenta la siguiente problemática: lo que existe ya es y lo que no existe no puede llegar al ser por sí mismo ni provenir de la nada. En consecuencia, en todo cambio preexiste un substrato en el que una cosa deja de ser para que otra cosa, su contrario, empiece a ser. Ahora bien, dada la preexistencia del substrato, el llegar a ser es sólo por accidente: un ser más o un ser menos, o un ser de un modo o de otro. Por tanto, los principios de la generación son tres: dos contrarios (el Exceso y el Defecto) y un substrato para ambos (el Uno). 

Aristóteles prueba en base a estas premisas que, si la generación fuera el primer movimiento, todo lo que está en movimiento sería destructible:

1) La generación es el movimiento por el que una cosa muda en su contraria.

2) La generación de un contrario surge, pues, de la destrucción del otro. Ahora bien, dado que ningún ente es producido en la nada, la generación del contrario no se produce en la nada del contrario destruido, sino en el substrato en el que la generación y la destrucción acaecen.

3) Se concede que un primer movimiento es necesario para evitar el regreso al infinito. Si la generación fuera el primer movimiento, se pasaría de la sustancia ingenerada a la sustancia generada sin darse un substrato en el que ambas radiquen. Es decir, la generación de la sustancia generada se produciría en la nada de la destrucción de la sustancia ingenerada; por lo que la nada sería productora y lo ingenerado resultaría ser generado en potencia y destructible, lo que es absurdo.

Asimismo, si los primeros cuerpos han sido producidos en la nada, podrían volver a la nada. De donde se seguiría que el mundo supralunar, y por extensión todo lo que está en movimiento a causa de los primeros cuerpos, es destructible.

De este modo concluye Aristóteles la imposibilidad de la creación ex nihilo.

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