viernes, 18 de agosto de 2023

El Argumento del Todo Operante


Partamos de las siguientes premisas, ya por ser axiomáticas, ya por derivarse necesariamente de los axiomas:

1. El todo es infinito, pues si algo distinto a él lo limitara no sería el todo.

2. Por tanto, el todo es inmutable, ya que, si cambiara sin necesidad de algo distinto a sí mismo, sería distinto a sí mismo y estaría limitado por él mismo en su cesar de ser aquello que era y devenir aquello que no era, lo que es absurdo.

E converso, todo lo mutable está limitado por algo distinto a sí mismo, que concebimos como su opuesto. 

Pruébase:

Nada es distinto a sí mismo, luego tampoco es superior o inferior a sí mismo. Si algo se aumenta a sí mismo, ¿de dónde obtuvo el aumento? Si de sí mismo, ya lo tenía, luego no aumentó. Si de la nada, la nada hizo que algo aumentara, lo que es imposible. Por consiguiente, nada se aumenta a sí mismo.

A resultas de lo anterior, nada puede cambiarse a sí mismo. Pues todo cambio conlleva pasar de ser uno siempre a ser múltiple en dos o más tiempos, y el paso de lo uno a lo múltiple es un aumento.

Si nada puede cambiarse a sí mismo, todo lo que cambia es cambiado por otro. Luego, allí donde no hay otro tampoco hay cambio, de donde se sigue la absoluta inmutabilidad del todo. Y, en consecuencia, allí donde hay cambio hay otro, es decir, se da el opuesto de lo que cambia.

3. El infinito es lo que no puede ser recorrido.

4. En un todo extenso sin hiatos causales el movimiento de una parte conlleva el movimiento del todo, de lo que resultaría un imposible, a saber, que se diera un movimiento infinito y, con ello, se recorriera el infinito en un tiempo finito.

5. Por tanto, si se da el movimiento en sus partes, lo extenso es finito.

6. Todo lo que es finito no es el todo y está limitado por su opuesto.

7. Por ende, lo extenso, en tanto que es mutable y es finito, no es el todo y está limitado por lo inextenso.

8. Por tanto, el todo es el agregado de lo extenso y lo inextenso.

Consideremos ahora la dialéctica entre contrarios. Lo denso se opone a lo raro, por lo que si algo aumenta en densidad disminuirá su rareza, y viceversa. Extrapolado a la extensión y al todo, si algo aumenta en extensión disminuirá la inextensión para que el todo se mantenga idéntico a sí mismo.

Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre con lo denso y lo raro, que se predican de un mismo sujeto (a saber, el cuerpo que experimenta la compresión o la rarefacción), lo extenso no puede obrar sobre lo inextenso, ni lo inextenso sobre lo extenso, ya que no son predicados de un mismo sujeto, habida cuenta que no cabe predicar lo inextenso respecto a un cuerpo ni lo extenso respecto a un no-cuerpo. Tampoco es legítimo suponer que lo inextenso se disminuya a sí mismo, dado que es imposible que algo deje de ser o sea en menor grado sin el concurso de su opuesto.

Lo inextenso no es la nada, sino las formas separadas. La realidad es la unión de materia y forma. El aumento de lo extenso aumenta las formas unidas y disminuye las formas separadas, esto es, disminuye lo inextenso.

Por tanto, si el aumento de lo extenso provoca la disminución de lo inextenso, tal cambio no se debe ni a lo extenso ni a lo inextenso, que son incapaces de obrar el uno sobre el otro, sino al todo que los incluye, esto es, al acto puro del que procede todo obrar y todo existir.

Luego, si el universo aumenta o disminuye en extensión, el todo o acto puro, al que llamamos Dios, existe. 

Es el caso que el universo aumenta o disminuye en extensión. 

Por consiguiente, Dios existe.

Asimismo, si el universo cambia, no es el todo. Y, si cambia, es en virtud de su opuesto.

Es el caso que el universo cambia.

Por tanto, el universo no es el todo y cambia en virtud de un no-universo, que es Dios.

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