¿Por qué nos resulta mucho más sencillo memorizar largos textos, en variadísimas combinaciones, que hacer lo propio con extensas series de números que no guarden entre ellos una relación lógica regular?
¿Por qué soy capaz de recitar una página entera del De Trinitate y me pierdo en el vigésimo segundo decimal de pi?
Porque la idea es la casa del ser, aquello que puede pensarse.
Porque el modo de significar no es el ser, sino el fenómeno. Y el modo no puede pensarse con distinción, sólo experimentarse.
Porque los números son una misma idea (v. gr., la unidad) expresada de infinitos modos (palabras).
Porque para recordar un fenómeno es necesario subsumirlo en una categoría intelectual o marco de referencia.
Y porque no hay relación entre el fenómeno fonético de pronunciar un número y lo que ese número significa, como sí la hay, en cambio, entre la palabra aprendida y el lenguaje natural innato: la reminiscencia.
"El galimatías político español"
Hace 4 horas
2 comentarios:
Este señor puede decirte 22514 decimales de Pi sin equivocarse. Repito: veintidos mil quinientos catorce decimales. Lo vi en televisión.
Está visto que, a pesar de mi autismo e inhabilidad social, yo no llego a tanto. Tamet ha ideado un sistema prodigioso de cálculo, al modo de las mnemotecnias de "magos" del Renacimiento como Giordano Bruno, por el que es capaz de encontrar funciones y variables donde otros sólo ven caos. Está claro que pi tiene reglas de generación, pero lo puse como mero ejemplo. Cualquier otra serie numeral elaborada aleatoriamente sería irregular e inaccesible a la sistematización.
Ahora bien, ¿son menos aleatorias o menos abstractas nuestras palabras? Y con todo las recordamos con una facilidad mucho mayor. De ahí mi disquisición.
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