Toda moral que prescinda de Dios explícitamente, en realidad, lo presupone implícitamente; y en la medida en que no viene respaldada por la coacción o por la esperanza de la recompensa, pero tampoco por la fe en una bondad suprema, es una moral supersticiosa. Esto es, que sobrevive maniáticamente a la vieja moral bien fundada, como un manco que intentase rascarse una prolongación imaginaria de su muñón.
sábado, 30 de mayo de 2009
Inercia
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1 comentario:
Completamente de acuerdo.
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