martes, 11 de noviembre de 2008

Las tres caras de la moneda


Lo interesante del reto de citoyen, además del reto en sí, es la posibilidad de ver los distintos desarrollos sofísticos a favor o en contra de una misma tesis. Uso el término sofísticos en la menos denigrante de las acepciones. El hecho de que de las tres exposiciones que llevo leídas hasta el momento (la de Esplugas, la de Robredo y la mía) todas defiendan tesis contrapuestas (respectivamente: la moralidad del mercado, su amoralidad y su inmoralidad) es algo que no deja de fascinarme.

4 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Bueno es que yo creo que la pregunta está mal planteada

¿Qué es el mercado? ¿Qué es la moral?
Si te fijas cada cuál define el mercado y la moral como le da la gana.

Esplugas parte de una definición de mercado determinada (ausencia de coacción, entendida esta como amenaza o agresión de la propiedad privada) y luego parte de una moral específicamente creada para loar ese mercado (la rothbardiana) con lo cuál, por las mismas premisas de partida, le sale que el mercado es favorable a la moral.
Pero no hay razonamiento. Sólo un despliegue de axiomas.

La respuesta de Robredo es etérea. Simplemente afirma que existen bienes que no pueden ser comerciados pero ni asegura cómo identificarlos ni si el mercado en su desarrollo los fagocita.

En cuanto a ti, tu versión es algo más enrevesada pero estoy en contra del nodo principal con el que hilas el argumento, a saber, Poseer equivale a transformar, y transformar a odiar que lleva una carga emocional desproporcionada porque no se trata de que sea fruto del odio sino de querer cambiar nuestro estado para mejorar, algo inevitable si no se vive en el paraíso. De hecho esa es la razón por la que Mises explica la economía.

A mi juicio no es el mercado el que históricamente ha determinado o influido la moral sino que esta ha sido la que ha permitido que la caóticas interacciones sociales se conviertan en mercado.

Héctor Meda dijo...

Cambio el último párrafo para aclarar mejor el sentido del mismo:

A mi juicio no es el mercado el que históricamente ha determinado o influido la moral sino que esta ha sido la que ha permitido que unas caóticas interacciones sociales se conviertan en un mercado determinado o en otro careciendo de sentido achacar a el efecto (el mercado) la naturaleza de la causa (la moral)

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Coincido en lo de Esplugas. Ya he formulado una breve réplica en su blog señalando esa tendenciosidad.

Robredo, por su parte, emplea un planteamiento que él cree amoral, pero que también sirve para defender una perspectiva socialista. Puesto que el mercado carece de fines morales -se razonaría-, hay que regularlo si se desea obtener esos fines en una comunidad determinada.

Los dos coinciden en que la moral no es previa al hombre, pues o se subordina al libre ejercicio de la voluntad de los individuos (Esplugas) o al tipo de autoridad con la que éstos quieran regularla (Robredo). Voluntad o autoridad, pues, indefinidas e irrestrictas, ya que mientras uno apela al albedrío, plural y cambiante, el otro se apoya en una nebulosa naturaleza. De ahí que el título del post con el que pretendía dar el contrapunto me venga bastante bien: "Ambos caerán en el pozo" -por ser ciegos y aspirar, sin embargo, a la conducción racional de las masas.

Mises y su utilitarismo no suponen ninguna dificultad para quien rechaza que justicia y satisfacción sean sinónimos, como es mi caso. Dices que transformar nuestro entorno es inevitable, y yo no lo niego. Pero sí es evitable un sistema basado sólo en estas premisas de fungibilidad universal y mutuos acuerdos entre las partes.

Por lo demás, reconozco que mi artículo es deliberadamente oscuro.

Héctor Meda dijo...

Hala, yo también he respondido al final:
http://hector1564.blogspot.com/2008/11/corrompe-el-mercado-la-moralidad.html

Siento el spam ;-)