I. Heráclito decía que todo está lleno de logos.
II. Los neoplatónicos sostenían que la realidad emanaba del Uno. Entre ellos, Proclo aseveraba que la causa es superior al efecto.
III. Aristóteles consideró el principio de no contradicción como el principio lógico primario.
IV. San Agustín proclamó que Dios y la verdad son lo mismo, ya que Dios es la verdad suprema y todas las demás verdades están en la mente de Dios.
V. Enrique de Gante afirmó que Dios es lo primero que puede ser aprehendido por el intelecto.
VI. San Anselmo dedujo la existencia de Dios de su suma perfección.
VII. Llull defendía que el óptimo máximo es un intelecto infinito de la siguiente manera:
Si existe el óptimo máximo, éste es un inteligible infinito, ya que no puede ser comprendido por ninguna noción, la cual debe ser necesariamente inferior a él y estar comprendida por él. Por tanto, sólo un intelecto infinito puede comprenderlo. Ahora bien, si no existe tal intelecto infinito, se sigue que el ser óptimo máximo no es inteligible, ni siquiera a sí mismo, y por esta razón no puede ser en grado superlativo, habida cuenta que inteligir es una perfección. En consecuencia, de aceptarse esta premisa, nos veríamos obligados a concluir que el óptimo máximo es en grado superlativo (por su propia definición) y no es en grado superlativo (por su ininteligibilidad), lo que es absurdo. Luego la premisa debe rechazarse, siendo verdadera su negación: que el intelecto infinito existe.
De igual forma, mi argumento defiende que Dios es el máximo inteligible (la suprema verdad) y el máximo intelecto (un ser ilimitado que posee todas las perfecciones).
VIII. Campanella afirmó que Dios es el ser supremo que existe eminentemente en cualquier otro ser sin identificarse con ningún otro ser. En este sentido, todos los seres parciales participan tanto de Dios como del no ser, mientras que Dios no participa de nada.
Asimismo, en mi argumento Dios es el ser supremo que, como el principio de no contradicción en el orden de las ideas, debe presuponerse en cualquier otra verdad sin identificarse con ninguna otra verdad. Por lo tanto, todas las verdades parciales no son evidentes, dependiendo del principio de no contradicción y de otras verdades, mientras que el principio de no contradicción no depende de nada.
IX. Spinoza identificó el actuar (conatus) de un ser y su esencia.
X. Leibniz postuló el principio de razón suficiente al rechazar una regresión infinita en las relaciones de dependencia.
Todas estas tesis se han reflejado en el Argumento Ontológico Hercúleo (véanse la formulación completa y la formulación simplificada del mismo), el cual demuestra que Dios es el principio de no contradicción desde un punto de vista lógico, mientras que el principio de no contradicción es Dios desde un punto de vista ontológico.
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