jueves, 12 de marzo de 2009

Romper el círculo


José Ramón Mazaira, un buen amigo del que hace bastante que no tengo más que noticias vagas y telegráficas, escribió hace ocho años un sagaz conato de crítica al sistema de Kant. Por entonces teníamos sólo veintiún años, lo cual dice mucho de su mérito intelectual, como se verá. Los azares del destino han hecho que vuelva a dar con el texto después de haber pasado mucho tiempo desde la última vez que lo leí.


El hilo conductor de la Crítica de la razón pura puede resumirse en una pregunta: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?. Este problema se plantea después de haber clasificado los juicios en analíticos y sintéticos. Los analíticos son siempre a priori y se caracterizan por ser verdaderos de forma necesaria, si bien no permiten avanzar en nada al conocimiento. En este sentido, el juicio analítico por excelencia sería éste: X es X. ¿Qué sucedería, sin embargo, si se demostrara que este juicio no es necesariamente verdadero?. Se debería replantear por completo la problemática kantiana (especialmente la división en el seno de las ciencias entre ciencias puras y ciencias empíricas, que se corresponde con la división entre juicios analíticos y juicios sintéticos).

Podemos transcribir así el principio de identidad: Jxx, donde J = "es idéntico a". Este principio (x es idéntico a x) es uno de los dos axiomas sobre los que se puede constituir la "teoría de la identidad"; el otro es: CJxyC*x*y, es decir, "si x es idéntico a y, entonces si x satisface *, y satisface *" (C denota implicación). Si, como se ha dicho antes, todas las proposiciones analíticas son necesarias, también lo será Jxx; de ahí que obtengamos este principio apodíctico: LJxx, es decir, "es necesario que x sea idéntico a x" (L significa: "es necesario que"). Pero este principio conduce a consecuencias absurdas. Podemos derivar, a partir de CJxyC*x*y, sustituyendo (1) "*" por LJx ("es necesario que x sea idéntico a...") esta proposición: CJxyCLJxxLJxy ("si x es idéntico a y, entonces, si es necesario que x sea idéntico a x, entonces es necesario que x sea idéntico a y"). Aplicamos la regla de conmutación (2) y obtenemos: CLJxxCJxyLJxy ("si es necesario que x sea idéntico a x, entonces, si x es idéntico a y, entonces es necesario que x sea idéntico a y"). De aquí se sigue la proposición: CJxyLJxy. Esto significa: 2 individuos cualesquiera son necesariamente idénticos si es que son idénticos. Esto es falso. Quine da el siguiente ejemplo: que "x" denote el número de planetas del sistema solar y que "y" denote el número 9. ¿Qué sucede entonces?. Aunque de hecho sea cierto que el número de planetas del sistema solar es 9 NO POR ELLO ES NECESARIO que sean 9 los planetas del sistema solar.

De la proposición CJxyLJxy todavía podría derivarse esta otra (aplicando la definición de L y la regla de transposición): CMNJxyNJxy (donde M = "es posible que"; luego, "si es posible que x no sea idéntico a y, entonces x no es idéntico a y").


La verdad es, pues, más que una tautología. Es una tautología necesaria, o una necesidad tautológica. ¿Y qué significa ser necesario? Ser inteligible y contenerlo todo. Termina Mazaira:

El psicologismo trata de reducir esta necesidad a una compulsión a que se vería sometido todo sujeto para admitir la verdad de una cierta proposición. Es cierto que Aristóteles utiliza un "debe ser" en las proposiciones derivadas de forma necesaria de ciertas premisas. Pero el significado de esta expresión no es el que le querría dar el psicologismo. La famosa "necesidad silogística" no significa más que esto: que la implicación es verdadera para todos los valores de las variables que aparecen en la implicación (Lukasiewicz, #5). Este "para todos los valores de las variables" remite a lo que en lógica se denominan cuantificadores universales. Suelen expresarse así: (x)Fx, que equivaldría, si el conjunto de valores de x fuera (a, b, c), a: KFaFbFc (K, que denota conjunción, puede también sustituirse por un punto ".", así: Fa.Fb.Fc). El texto de Kant citado antes (#36) habla de "certeza". Desconozco la palabra utilizada por Kant en el original alemán para designar "certeza" (¿Gewissheit?). Puedo equivocarme (quedo a merced del traductor); aún así, que Kant utilice, en el contexto de las proposiciones analíticas, el término "certeza", en relación con la necesidad que caracteriza a estos juicios, me parece muy importante. En el primer apartado de la introducción de LL se dice: "Es verdad que algunos lógicos presuponen principios psicológicos en la lógica. Introducir semejantes principios en la lógica es tan absurdo, sin embargo, como derivar la moral de la vida. Si tomásemos los principios de la psicología, es decir, de la observación de nuestro entendimiento, veríamos simplemente CÓMO acontece el pensamiento y CÓMO ES bajo los diversos impedimentos y condiciones subjetivas; esto conduciría por tanto al conocimiento de meras leyes CONTINGENTES. La cuestión en la lógica no es, sin embargo, relativa a leyes CONTINGENTES, sino NECESARIAS -no cómo pensamos, sino cómo debemos pensar. Las leyes de la lógica han de ser derivadas, por lo tanto, no del uso CONTINGENTE del entendimiento, sino del NECESARIO, que uno encuentra en sí mismo al margen de toda psicología. En la lógica no querremos saber cómo es y cómo piensa el entendimiento y cómo ha procedido hasta ahora en el pensamiento, sino cómo debería proceder. Debe instruirnos acerca del uso correcto del entendimiento, es decir, acerca del uso del entendimiento en concordancia consigo mismo". A lo largo de LL se observa un doble movimiento: crítica, por un lado, del psicologismo; pero, por otro lado, definición de la lógica como "ciencia [...] de la mera FORMA del pensamiento en general" (...).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto es primario, pero ciertamente audaz y "fresco". ¿No has vuelto a tener contacto con tu amigo?
Por cierto ¿Nos conocemos?
¡Un abrazo!
Diana

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, Diana.

Le he dado una lectura platónica al texto, porque creo que la tiene, aunque no sé si José Ramón habría estado de acuerdo, considerando que por aquellas fechas -no sé ahora- él era marxista... y yo ateo.

J.R. fue la única persona con la que hablé seguido en los cuatro años y pico de universidad. Un tipo huraño y antisocial hasta el extremo; física y psíquicamente raro, alienígena, y como si tuviera dos cerebros en lugar de uno, por su capacidad de análisis y su memoria. Es, por cierto, el responsable de mi bibliomanía filosófica, aunque la afición ya la tenía desde el bachillerato. Puede decirse que él me obligó a tomármela en serio.

Viajamos juntos a EEUU en 2001 mientras el resto de la clase se iba a Cuba. A partir de ahí fuimos perdiendo el contacto progresivamente. Se fue a Galicia, a casa de su tío, a preparar oposiciones para notario. Si Google no miente, las ha aprobado al fin. Pero parece que todavía no ha abandonado la inercia de la reclusión y me llegan datos con cuentagotas, cada seis meses más o menos, que es cuando, según me explica, revisa su correo electrónico.

Sobre si te conozco, respondo que sólo aproximadamente, tras leer tu blog y escuchar algunas de tus canciones en Meteosat (aunque sé que de esto último no estás orgullosa). Ya te dije que lo que escribes me parece ingenioso, y que eres muy divertida.

En fin, como dato adicional, has de saber que tuve un encontronazo fuerte con tu exnovio, Ignacio Escolar, hace tres años en Barcelona. Lo cuento en otro de mis blogs, aunque tampoco tiene mayor interés.

Un abrazo y hasta pronto.